jueves, 18 de junio de 2020

Carta de Sigmund Freud para Martha Bernays

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La primera carta, en Grandes cartas de amor

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jueves, 11 de junio de 2020

Narcisista: Príncipe y mendigo

Príncipe y mendigo

La novela de Mark Twain relata la historia de un niño mendigo que anhela ser príncipe a al menos conocer a uno; otro, heredero del trono que, como en un juego, le propone intercambiar roles. Así, se evidencian ambas personalidades, valores y emociones. Pero no todo en la vida es lo que parece ser y a diferencia de está novela, un sujeto con el Síndrome Narcisista cree ser príncipe puesto que su estructura mental se lo permite, sin embargo, y en contraposición a ello, es un mendigo, ya que carece de emociones, empatía y formas de relacionarse afectivamente como lo haría cualquier otro individuo.
El término Narcisismo, acuñado por Freud, hace referencia al mito de Narciso, que evoca el amor orientado hacia uno mismo. Este concepto representa un modo particular de relación con la sexualidad, designa un estado de “amor por uno mismo”.
Según el padre del psicoanálisis, la libido que influye hacia el YO por medio de las identificaciones, representa su narcisismo secundario. Así, la transformación de los investimentos de objeto en identificaciones, contribuye en gran medida a la formación del YO.
La personalidad narcisista se caracteriza por un tipo de relación presidida por la soberbia, la arrogancia, por la sobrevaloración como consecuencia de su baja autoestima. Además, se asocia al desprecio y la desvalorización hacía los demás. Sin embargo, no todo sujeto con esos rasgos parecerá este trastorno de la personalidad. El narcisista tiende a colocar dentro de sí todo lo bueno y fuera todo lo malo porque trastorna el sentido de la realidad y la relación con ésta. Asimismo, la proyección de los aspectos débiles y dependientes del propio, en tanto que la vanidad y el deseo de ser admirado es una necesidad ya que su estructura mental es rígida y defensiva, no evolutiva.
En cuanto a las relaciones afectivas, este tipo de individuos idealiza un objeto donde el otro aparece como un reflejo de sí mismo alimentando un autoestima insuficiente porque la libido está investida en el propio YO al no reconocer la existencia del otro.
Comunmente, una persona evoluciona a partir de su YO. De hecho, el ego normal es conciente, puede controlarse. Por su parte, el narcisista racionaliza sus sentimientos y/o emociones puesto que los reprime, de ahí su apatía y altanería.
Socialmente, su personalidad manifiesta se contrasta con lo que su inconsciente reprime. Suele mostrarse atento, agradable y cualquier actividad o proyecto que lleve a cabo será focalizada y explotada al máximo potencial para ser admirado y sobrevalorado. Éste absorbe la energía del otro como combustible para retroalimentar su ego y sus carencias dejando a la víctima despojada de amor propio.
Es muy difícil identificar a este tipo de individuos ya que la (seudo) perfección, la (supuesta) seguridad de sí mismo, los aspectos manifiestos como cualidades al inicio de toda relación interpersonal son rasgos atrayentes y positivos de un ideal inexistente. Irá consumiendo poco a poco la sensibilidad, los valores y las emociones de otro hasta agotarlas. Consecuentemente, procederá al descarte abrupto para fijar su libido en un nuevo sujeto, una nueva víctima que le brindará el combustible necesario para mantenerse por sobre los demás y así lo hará durante toda su vida, llegando a una adultez solitaria e inmadura. El narcisista es incapaz de mantener una relación estable y sostenida en el tiempo, razón por la cual la infidelidad está a la orden del dia.
¿Cómo reconocer a una persona con el Síndrome Narcisista? En principio no permitir jamás la manipulación en cualquiera de sus formas creyendo falsamente que por no ceder se perderá el amor de esa ésta. Tener en cuenta las señales de alarma que al principio son comunes en todas las relaciones: el enamoramiento, la atención, la inteligencia,los elogios; todo ello hasta la conquista, hasta obtener el objete preciado. Advertir que solo cuentan sus ideas sin importar el pensamiento o sentimiento del otro; muestra una postura de superioridad; no reconoce errores porque la culpa siempre será del otro ya que no aceptan responsabilidades; es incapaz de mostrar gratitud y generalmente es líder en el ámbito que se maneje; jamás cambia y elimina de su vida a todo aquel que no acepte sus condiciones, cuando no se le agradezca o cuando se lo responsabilice por alguna circunstancia.
¿Qué hacer frente a este tipo de personas? Alejarse. Ya sea familiar, amigo, pareja o compañero de trabajo. Cortar todo tipo de contacto, transitar el proceso de sanación para curar las heridas causadas. Luego, será esencial controlar las emociones y tener presente la importancia de quererse y respetarse por sobre todas las cosas. Comenzar de nuevo es una buena opción, ya que la vida siempre traerá algo mejor.
Hasta el próximo artículo, amig@s!
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Socializar en tiempo de pandemia



Socializar en tiempo de pandemia

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“Todo el mundo ve lo que aparenta ser, pocos experimentan lo que realmente eres”. Frase del célebre filósofo y escritor Maquiavelo.
Actualmente Internet, sobretodo las redes sociales, juegan un papel fundamental para la socialización. Sin embargo, en medio de una pandemia, en la que se deben cumplir ciertas normas de convivencia, las personas acuden a recursos básicos para sostener las relaciones afectivas.
Las distintas plataformas como Facebook,. WhatsApp, Instagram, etc., han facilitado no sólo la comunicación sino también ha generado un aumento en las publicaciones de imágenes como ser fotos, frases, memes o eatados debido al tiempo de ocio del que todos disponen. De manera tal que se muestra una vida “alterna” a la realidad. Fotos de perfil mayormente editadas, un like 👍 a la imagen subida por un amigo/a que denota su almuerzo o cena, la canción que escuchó, a qué hora duerme o despierta, qué películas mira, con quién está pasando la cuaretena y una vida expuesta. Pero, ¿Mostramos quienes realmente somos?
El ser humano tiende a mostrar la mejor versión de sí, razón por la cual, selecciona estratégicamente aquello que va a compartir de manera pública o no.
Todos tenemos una pizca de ego del que necesitamos recibir cierta gratificación que conlleve a mejorar o mantener nuestro estado de ánimo, sin embargo, hay personas que se tornan narcisistas. Un estudio realizado en Londres, señaló que el 11% de la población tiene rasgos narcisistas o psicópata en mayor o menor medida. Y es este grupo característico quién más selectivo es para las publicaciones en las redes, si es que las tienen, puesto que generalmente éstas los exponen y sería terrible para su imágen.
Volviendo al tema que nos compete en ésta oportunidad es reflexionar sobre esa línea delgada entre lo que se deja ver y lo que no. Pensar en qué imágen pretende uno dar y para qué o para quién; cuán importante es lo que piensen de uno cuando en realidad la vida propia es lo que debe preocupar y procurar que lo que uno sea, lo haga sentir lo mejor posible y mejor aún, feliz.
Utilicemos las redes como medio de comunicación, como entretenimiento, siempre de manera segura, sin aparentar ser otro, ya que lo valioso de la vida es que nos quieran y respeten por la esencia de nuestro ser.
¡Hasta la próxima amig@s!
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