Camino al receso
El 19 de marzo el Presidente de la Nación anunciaba
el inicio de una cuarentena obligatoria. Por lo tanto, a la mañana siguiente no iríamos a la escuela,
ni en los próximos 15 días, ni en los
próximos meses.
Adecuándonos
a nuevos y distintos hábitos de higiene, distanciamiento social y una nueva
forma de vivir donde el barbijo comenzó a ser la sonrisa común en todos, el alcohol se convirtió en nuestro
perfume, los besos y abrazos dejaron de ser transmisores de sentimientos y
emociones por ser un trasmisor del virus Covid-19; el aula virtual fue el nuevo
espacio para alumnos, docentes y padres; las familias se transformaron en
nuestros nuevos maestros y guías de estudio.
Fue extraño ver plazas sin niños, escuelas sin alumnos,
sábados sin amigos, negocios sin clientes y la mesa larga de los domingos sin
familiares.
Fue difícil quedarnos encerrados y entender que era
necesario para nuestra salud y nuestra vida y consecuentemente que nuestras
emociones fueran como una montaña rusa. El lunes expectantes, el martes
enojados o frustrados, el miércoles tristes o angustiados, el jueves ansiosos,
el viernes alegres u optimistas. Así, tuvimos
que entender la pandemia y no como un simple virus llamado Coronavirus.
La escuela, la segunda casa; los docentes, los
segundos padres y los alumnos, todos protagonistas
de una manera distinta de enseñar y de aprender.
Todos y cada uno debimos experimentar el
comunicarnos vía mail, classroon, zoom y hasta wsp. El número del profe ya no
era un incógnito, ¡ era un recurso!
“Profe, no entendí la 2, ¿me explica?” y aun con nuestros horarios
cambiados por la ansiedad e incertidumbre, aun en la comodidad de casa con una
vida propia, el profe con la compu encendida, el mail y el wsp abierto ante
cualquier consulta entre sus cientos de
alumnos, respondía: “Sí, decime tu nombre y curso…” y salía entonces el audio
explicativo.
Ustedes en casa, leyendo los trabajos a través del
celu o de una netbook; tratando de sacar captura a las hojas y enviarlas cuando
tuvieran acceso por un ratito a los datos móviles, porque los hermanitos
también tenían que cumplir y no todos gozamos del servicio de internet en casa.
Algunos, con la suerte de tener el acompañamiento de
la familia, ya sea porque los padres trabajan o porque les es difícil repartir el tiempo de tareas
entre los hermanos.
Siempre tratando de Cumplir con todas las materias,
porque todos los profes suben tarea los lunes.
Y de tantos lunes, después de tantas fases de aislamiento, llegó el receso.
El receso escolar, aquel que nos permitirá nutrir nuestras
mentes y corazón de aquello que nos satisfaga. No más tareas, no más reuniones
o video llamadas, no mas comunicados o llamados de atención de los profes: no
mas cálculos, ni lecturas, ni fechas, ni mapas! No más conexión, sino
Desconexión, solo para reiniciarnos.
Seguiremos con nuestras sonrisas debajo del barbijo,
seguiremos con el olor del alcohol, sin ver a nuestros afectos, sin darnos un
beso o un abrazo pero con la convicción de que el esfuerzo realizado durante
todo este tiempo ah sido con el objetivo de vivir y crecer, porque aprender es
una tarea eterna que nos llevará a ser grandes.
Hasta el próximo artículo, amig@s!
La voz es efímera frente a las acciones