jueves, 11 de junio de 2020

Narcisista: Príncipe y mendigo

Príncipe y mendigo

La novela de Mark Twain relata la historia de un niño mendigo que anhela ser príncipe a al menos conocer a uno; otro, heredero del trono que, como en un juego, le propone intercambiar roles. Así, se evidencian ambas personalidades, valores y emociones. Pero no todo en la vida es lo que parece ser y a diferencia de está novela, un sujeto con el Síndrome Narcisista cree ser príncipe puesto que su estructura mental se lo permite, sin embargo, y en contraposición a ello, es un mendigo, ya que carece de emociones, empatía y formas de relacionarse afectivamente como lo haría cualquier otro individuo.
El término Narcisismo, acuñado por Freud, hace referencia al mito de Narciso, que evoca el amor orientado hacia uno mismo. Este concepto representa un modo particular de relación con la sexualidad, designa un estado de “amor por uno mismo”.
Según el padre del psicoanálisis, la libido que influye hacia el YO por medio de las identificaciones, representa su narcisismo secundario. Así, la transformación de los investimentos de objeto en identificaciones, contribuye en gran medida a la formación del YO.
La personalidad narcisista se caracteriza por un tipo de relación presidida por la soberbia, la arrogancia, por la sobrevaloración como consecuencia de su baja autoestima. Además, se asocia al desprecio y la desvalorización hacía los demás. Sin embargo, no todo sujeto con esos rasgos parecerá este trastorno de la personalidad. El narcisista tiende a colocar dentro de sí todo lo bueno y fuera todo lo malo porque trastorna el sentido de la realidad y la relación con ésta. Asimismo, la proyección de los aspectos débiles y dependientes del propio, en tanto que la vanidad y el deseo de ser admirado es una necesidad ya que su estructura mental es rígida y defensiva, no evolutiva.
En cuanto a las relaciones afectivas, este tipo de individuos idealiza un objeto donde el otro aparece como un reflejo de sí mismo alimentando un autoestima insuficiente porque la libido está investida en el propio YO al no reconocer la existencia del otro.
Comunmente, una persona evoluciona a partir de su YO. De hecho, el ego normal es conciente, puede controlarse. Por su parte, el narcisista racionaliza sus sentimientos y/o emociones puesto que los reprime, de ahí su apatía y altanería.
Socialmente, su personalidad manifiesta se contrasta con lo que su inconsciente reprime. Suele mostrarse atento, agradable y cualquier actividad o proyecto que lleve a cabo será focalizada y explotada al máximo potencial para ser admirado y sobrevalorado. Éste absorbe la energía del otro como combustible para retroalimentar su ego y sus carencias dejando a la víctima despojada de amor propio.
Es muy difícil identificar a este tipo de individuos ya que la (seudo) perfección, la (supuesta) seguridad de sí mismo, los aspectos manifiestos como cualidades al inicio de toda relación interpersonal son rasgos atrayentes y positivos de un ideal inexistente. Irá consumiendo poco a poco la sensibilidad, los valores y las emociones de otro hasta agotarlas. Consecuentemente, procederá al descarte abrupto para fijar su libido en un nuevo sujeto, una nueva víctima que le brindará el combustible necesario para mantenerse por sobre los demás y así lo hará durante toda su vida, llegando a una adultez solitaria e inmadura. El narcisista es incapaz de mantener una relación estable y sostenida en el tiempo, razón por la cual la infidelidad está a la orden del dia.
¿Cómo reconocer a una persona con el Síndrome Narcisista? En principio no permitir jamás la manipulación en cualquiera de sus formas creyendo falsamente que por no ceder se perderá el amor de esa ésta. Tener en cuenta las señales de alarma que al principio son comunes en todas las relaciones: el enamoramiento, la atención, la inteligencia,los elogios; todo ello hasta la conquista, hasta obtener el objete preciado. Advertir que solo cuentan sus ideas sin importar el pensamiento o sentimiento del otro; muestra una postura de superioridad; no reconoce errores porque la culpa siempre será del otro ya que no aceptan responsabilidades; es incapaz de mostrar gratitud y generalmente es líder en el ámbito que se maneje; jamás cambia y elimina de su vida a todo aquel que no acepte sus condiciones, cuando no se le agradezca o cuando se lo responsabilice por alguna circunstancia.
¿Qué hacer frente a este tipo de personas? Alejarse. Ya sea familiar, amigo, pareja o compañero de trabajo. Cortar todo tipo de contacto, transitar el proceso de sanación para curar las heridas causadas. Luego, será esencial controlar las emociones y tener presente la importancia de quererse y respetarse por sobre todas las cosas. Comenzar de nuevo es una buena opción, ya que la vida siempre traerá algo mejor.
Hasta el próximo artículo, amig@s!
La voz es efímera frente a las acciones

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